miércoles, 26 de diciembre de 2012
Nacimientos/Los Poemas Que No Encuentran Editor
Nacimientos
Cada nacimiento que brota
no deja huella ni rastro alguno en la sangre,
cada nacimiento que crece sin nacer
desconoce el nombre de su sombra
Habitar la noche y su gemido
hace del grito la voz más antigua
y del miedo el terror descubierto,
miedo sobre miedo
calor de miedo sorprendido
por el instante que llega
y hace del grito la voz
del terror la posibilidad en expansión
del nombre una sombra
y de cada nacimiento
la mas profunda de las noches
llamándome.
Conrado Yasenza.
Ceguera/Los Poemas Que No Encuentran Editor
CEGUERA
Estoy tan ciego
que ni siquiera escucho la palabra propia
la íntima
la mejor de mis enemigas.
Conrado Yasenza.
Velas/Los Poemas Que No Encuentran Editor
Velas
A qué se deberá mi gusto por las velas
serán sus pabilos mi cera
la parafina de la llama que viborea
por no apagarse
y de hacerlo
su solidez será el río de mis venas
venas que velan demasiado lejos
de la salvación o el despojo
será su luz
la palma en constante estribación
o círculos espesos
lechosos como las tetas del mundo
cayéndose y nada más.
Conrado Yasenza.
martes, 18 de diciembre de 2012
El Dolor
EL DOLOR
¿Puedo hablar sobre el dolor?
¿Puedo, me dejan, hablar del mío,
dolor de mundo?
El miedo,
¿no se hace terror en el que mira
y se aleja trasnformándolo en suyo?.
El mundo es un lugar de muerte y frío
y no valen las metáforas, !ahh¡, sí,
no valen más,
festejadores de la espuma
y el carnaval en orden.
Se esfumaron las calesitas porque alguien
las prohibió,
¡ahh!, sí, sí, las prohibieron cuando Jesús
se mareó y vomitó sangre y escupió por el costado
la sortija del perverso calesitero.
¡Por Dios!, dónde estabas entonces
cuando mi cara de espanto, esa, la que en la calle
aleja a la gente;
duraznos y peras en maceración
un par de plumas idénticas a la noche.
Mi sueño es el del sin rostro
siempre ahí, inmóvil, paciente
con todo el horror del mundo en sus facciones
blancas espesas como la bruma
indefinidas y por siempre blancas.
Pero, ¡Dios!, yo estoy rojo y azul,
me observo y examino como un forense alcoholizado,
y me despierto sin dormir aún
y ¡ahh!, soy rojo otra vez,
soy dolor atrapado entre cinismos
porque ¿me dejan hablar de mi dolor?
¿puedo, entre tanta muerte,
mientras Jesús sigue escupiendo sangre
desde la calesita que gira y lo clava todavía
con goce mayor y centrífugo?.
Qué es mi dolor sino el mundo,
la calesita, el color rojo, Jesús escupiendo
las pocas espinas que le dejaron, la vigilia,
los vecinos inquisidores
la gorda que mide, día a día, mi cuerda,
las sombras sin rostro
espesas brumas frías
galería inútil de bronces
medallas
mitos
murallas
y medallones de menta.
¡Ahh, soy el Dios de las cenizas
y las piedras oscuras !
El mundo es un dolor como el mío,
un dolor así
tan antigüo como el egoísmo de las momias.
¡ Brindemos !. ¡ Ahh, sí !,
y escupamos entonces tranquilos al cielo.
Conrado Yasenza
lunes, 17 de diciembre de 2012
La mano que le escribe a la mano negra/Los Poemas Que No Encuentran Editor
LA MANO QUE LE ESCRIBE A LA MANO NEGRA.
a Marcelo Luna
Ha llegado la carta de la mano negra,
la mano que le cuenta algunas cosas
a la mano perezosa,
mariposa esquiva que sobrevuela el
teclado
o abandona el anotador justo cuando
recién
se abre al mundo para ver qué es lo que
dice.
La mano que le cuenta a la que no escribe
parece hostil, y por momentos,
melancólica,
casi irreductible en su creencia de
espumas
y aromas o algas desplazadas por alguna
corriente marina
desconocida aún gracias a no sé qué dios
que insiste en que el mundo está hecho
para ver;
en que las palabras son malas traductoras
porque las cosas sólo se escuchan, se
sienten, y luego
queda el desorden de las líneas que la
mano
olvidada de sus ganas de escuchar
comienza a decir, despacio y de a poco.
Y qué es lo que escucha cuando dice.
Dice escuchar: nuevas estaciones para la esperanz y
luminosas premoniciones: antiguos y
criminales matarifes
apelando al derecho humanitario
o a su frágil vejez aquerenciada a
cláusulas
dictadas desde la propia desidia
de sus alcantarillas atoradas por un odio
consciente y racional;
siguen escuchando al decir: la carta de
la negra mano ha ayudado;
estas manos abandonan su ostracismo, se
tornan más inquietas,
vuelven a la sed, aplastan falsos
testigos del desenlace impensado
o no querido hasta por los que aparentan
ansiarlo;
intentan escuchar el avance lento e
irrefrenable del rumor,
engendrado en la verdad,
esa palabra devaluada
la que en algunos inspira temor
porque sus manos no la escuchan y por
ello mismo no dicen.
Así es que algunos acontecimientos
recientes
incitan a estas manos a escuchar viejos
y nuevos clamores,
a detenerse en el bramido del pampero
voraz,
en el silencio transferido desde el ocio,
el mismo silencio que trae novedades
todavía auspiciosas:
dictadores en desuso asustados y
desprotegidos,
tiranos en actividad asediados por su
propio rabo,
nervios alcohólicos con la memoria de
punta,
distraídos convalescientes que apuran la
redacción
de un salvoconducto médico y,
por sobre todo,
una civilidad en busca del cómodo giro en
sus decires y maneras.
Pero de pronto las manos no dicen más.
Prefieren callar por un rato para
mantenerse en la claridad del silencio: Está todo dicho.
Ahora cada quién disponga de sus
vergüenzas,
de sus comentarios,
de sus miradas y cegueras de facto,
de sus credenciales de persona correcta o
grata,
de sus preocupaciones por el dolor ajeno,
de su cobardía sostenida en tablas de
infortunios,
de su crueldad
impaciencia
huella o método
y se soporte bajo la misma piel:
la soledad que refleja y reclama.
Conrado Yasenza
Preguntas/Los Poemas Que No Encuentran Editor
Preguntas
Quién me va a tirar la piedra
quién te la va a arrojar
qué se va a lastimar
con este litigio de piedras y canteros
tan repetidos por los puentes
por los orificios nitrosos
y las ganas de ir al baño
o el mal olor y los zapatos a deshora
en cuanto a nosotros y el ordeñe
- digamos el destete finito -
¿las torceduras son moldes ?
¿hacen ruido las rompientes?
¿los ruidos y las rompientes
se asemejan al oleaje del uso?,
de estar repetidos
¿se puede empezar un calorcito de cocina?
¿tranquilizar a una hornalla silbadora?,
entre los puentes
¿un camisón sin arrugas sirve para después?;
y entonces vuelvo a la pregunta
¿puede tirar el que te quiere piedras?
la piedra que me va a tirar
¿se puede querer?
¿te lastimo con tirarme a piedra?
¿quién me va a tirar lastimado?.
Lástima que para todo esto
me invento un cálculo insípido
querencias o
secretos porque sí.
Conrado Yasenza
viernes, 14 de diciembre de 2012
El Velocista/Los Poemas Que No Encuentran Editor
El velocista
¿Correr es
siempre adelantarse a algo?
¿Adelantarse es
desplazarse antes que otro
con mayor o
menor hastío ?
Corro más allá
del niño ausente
a pesar de los
árboles y la miopía de mis piernas y brazos
corro por
debajo de las calles y sus comentarios
como un
ejercicio brutal incendiado de tiempo
Corro por
correr
simplemente
para mentirle a
dios
y a todos sus
parientes.
Conrado Yasenza
domingo, 9 de diciembre de 2012
Madre de los Lunares
Madre de los Lunares
Hay aromas, sí,
para el arribo;
es su fiesta el decorado, las espigas,
las flores artificiales,
un cuerpo animado por gavilanes
y ladrones y madres,
es mi madre la virgen santa
es ese coagulo el origen del órgano arrasado
maldito inerme enlazado por arcángeles,
es la madre la que mira desde un lunar
el lunar es cada vez más su rostro,
la antorcha del deseo se bate frente a la tormenta
y ya llega el castigo para el muñón o la esperanza,
perdónalos madre santa
virgen de los lunares
rostro ya sin rostro
cópula de laberintos y sudestada
es que nunca supe que estaba
manchado.
Conrado Yasenza.
es la madre la que mira desde un lunar
el lunar es cada vez más su rostro,
la antorcha del deseo se bate frente a la tormenta
y ya llega el castigo para el muñón o la esperanza,
perdónalos madre santa
virgen de los lunares
rostro ya sin rostro
cópula de laberintos y sudestada
es que nunca supe que estaba
manchado.
Conrado Yasenza.
lunes, 3 de diciembre de 2012
Mi amigo Robinson Crusoe/Los Poemas Que No Encuentran Editor
MI AMIGO ROBINSON CRUSOE
a Marcelo Rebón.
Hoy un amigo es su soledad
su departamento la isla que habita,
él me ha dicho: soy el Robinson Crusoe de Boedo
entre la tolerancia de las migas
a Marcelo Rebón.
Hoy un amigo es su soledad
su departamento la isla que habita,
él me ha dicho: soy el Robinson Crusoe de Boedo
entre la tolerancia de las migas
y la pelea por su paraguas.
Luego hemos salido a caminar para esquivar los insultos
para encontrar una excusa ante las lágrimas o la bronca
porque mi amigo no quiere ser Van Gogh
y necesita sus dos orejas
y la de alguien más,
tiene miedo del fracaso inaugural o permanente
a pesar de que ve en los ojos de todo aquel que se le cruza
como un brillo intruso
y se pregunta si todos ellos
no se habrán fumado el vértigo de una bocanada
si tendrá que salir siempre corriendo
para coronar la mugre
el pálpito
las groserías
los sobrenombres
el amor a destiempo y a destajo
las llamadas urgentes de ayer
el miedo a algún nuevo fantasma
la falta de erecciones aceptables
el deseo de sentirse bien por un día.
Mi amigo presiente que el pavimento quema
que le encuadernan el aire y la nostalgia
porque le duele olvidarse de su memoria
porque teme no poder cobrar las fumigaciones del mes
mientras se acortan las treguas y las máscaras.
Mi amigo planea y mide la desolación
el desgano se le ocurre una razón
una manera de moverse en una ciudad
cada día más lasciva y oscura,
intenta aplacar el rencor
trata de mirarme y no mandarme al carajo
se asoma a las inmediaciones del llanto o la pelea
para poder derivar su dolencia
que es el mundo y sus orillas
con sus calles
y los gritos
las corridas
los pliegues
el repulgue de la amistad
la oreja que Van Gogh se cortó
y que a él le hace tanta falta
la gente
los pocos amigos
la intemperie de estas amistades
el charco denso y siniestro
que lo obliga una vez más
a llamar por teléfono y pedir su cámara de fotos
y estar a punto de estallar
sin testigos
solo
tremendamente solo
y con un torrente de signos
indicándole la aridez de los epílogos.
Conrado Yasenza.
Luego hemos salido a caminar para esquivar los insultos
para encontrar una excusa ante las lágrimas o la bronca
porque mi amigo no quiere ser Van Gogh
y necesita sus dos orejas
y la de alguien más,
tiene miedo del fracaso inaugural o permanente
a pesar de que ve en los ojos de todo aquel que se le cruza
como un brillo intruso
y se pregunta si todos ellos
no se habrán fumado el vértigo de una bocanada
si tendrá que salir siempre corriendo
para coronar la mugre
el pálpito
las groserías
los sobrenombres
el amor a destiempo y a destajo
las llamadas urgentes de ayer
el miedo a algún nuevo fantasma
la falta de erecciones aceptables
el deseo de sentirse bien por un día.
Mi amigo presiente que el pavimento quema
que le encuadernan el aire y la nostalgia
porque le duele olvidarse de su memoria
porque teme no poder cobrar las fumigaciones del mes
mientras se acortan las treguas y las máscaras.
Mi amigo planea y mide la desolación
el desgano se le ocurre una razón
una manera de moverse en una ciudad
cada día más lasciva y oscura,
intenta aplacar el rencor
trata de mirarme y no mandarme al carajo
se asoma a las inmediaciones del llanto o la pelea
para poder derivar su dolencia
que es el mundo y sus orillas
con sus calles
y los gritos
las corridas
los pliegues
el repulgue de la amistad
la oreja que Van Gogh se cortó
y que a él le hace tanta falta
la gente
los pocos amigos
la intemperie de estas amistades
el charco denso y siniestro
que lo obliga una vez más
a llamar por teléfono y pedir su cámara de fotos
y estar a punto de estallar
sin testigos
solo
tremendamente solo
y con un torrente de signos
indicándole la aridez de los epílogos.
Conrado Yasenza.
Desnudez/Los Poemas Que No Encuentran Editor
Desnudez
La cólera que me deja rengo o amarillo
la exposición que me condena a la vigilia del que mira
el expósito acorralado por su propio ojo
el alquitrán vertido sobre la fuerza de un llanto
la cristalina capa de silencios adornados
los relatos lícitos hechos para ella
ella ingrata desposeída y viajera
yo intentando poseerla
La cólera que me deja rengo o amarillo
la exposición que me condena a la vigilia del que mira
el expósito acorralado por su propio ojo
el alquitrán vertido sobre la fuerza de un llanto
la cristalina capa de silencios adornados
los relatos lícitos hechos para ella
ella ingrata desposeída y viajera
yo intentando poseerla
cada vez más curvo
entre tantos rostros tibios
entre tantas manos calladas.
Conrado Yasenza.
entre tantos rostros tibios
entre tantas manos calladas.
Conrado Yasenza.
viernes, 23 de noviembre de 2012
A ciertas horas/ Los Poemas Que No Encuentran Editor
A ciertas horas
Me rescatás cuando la nube come de la tierra
y es puro regusto el alimento que muere en la intemperie.
Conrado Yasenza
Me rescatás cuando la nube come de la tierra
y es puro regusto el alimento que muere en la intemperie.
Conrado Yasenza
sábado, 17 de noviembre de 2012
La madre de los hijos asmáticos/Los Poemas Que No Encuentran Editor
La madre de los hijos asmáticos
La madre de
los hijos asmáticos
está impedida de guerrear y llorar
todo lo que no lloró ni guerreó
cuando la instintiva ebullición de las orillas
era la malla vital,
el enjambre infinito de los disfraces y el
resuello,
los estambres descotados
el estertor rítmico y mimético de las tormentas,
tanto nudo empalagoso
demasiado vino erosionado
sin eros en el santuario del Olimpo rasero.
Era por entonces
sólo una sombra opaca
ubre turbia y asexuada
madre de los hijos asmáticos
madre abandonada por una rosa invisible
en perpetua floración.
Conrado Yasenza
martes, 13 de noviembre de 2012
La cárcel/Los Poemas Que No Encuentran Editor
La cárcel
Un pájaro que no vuela
cree que el árbol es el mundo.
La sangre que no irrumpe
sostiene que el miedo es una equivalencia.
La propia cárcel cree
que su resguardo es el resumen de la cárcel.
El pájaro medra en la sangre
en la ausencia de las resonancias
en el fondo falso de los apareamientos
en el esplendente vagido del otoño
en el innegable augurio de un acto
que no siempre es una frase
ni un grito conjugado
en todo caso
el diálogo lento entre el miedo
la sangre el pájaro y el mundo
únicamente deslumbrado por el misterio
de tus ojos.
Conrado Yasenza
domingo, 11 de noviembre de 2012
Los Poemas Que No Encuentran Editor/La única esperanza
La única esperanza
La voluntad nunca es clara
nace de una mañana perdida
y se desliza entre horas que no soportan el tiempo.
Así es la medianera de las pasiones
la angustia que encuentra reposo en un grito
el dolor que trata de calmar su eterno retroceso
el llanto recostado sobre el muslo suave y tibio
de una mujer que respira sin miedo.
El peso del deseo,
la única esperanza en este tiempo de malas noticias
y regiones tan poco atrevidas
tan poco dispuestas
a reincidir en la palpitación de un intento
sin mendigar permisos
para que la vida no se nos escape.
Conrado Yasenza.
viernes, 9 de noviembre de 2012
Los Poemas Que No Encuentran Editor/El jardín
El jardín
Volver al jardín
entre mantas y comida en el suelo
por cada vez que se pudiera imaginar
que hay
una vela encendida, consumiéndose,
que hay
una mujer que me ama, sosteniéndose,
que hay
una piedra que mira, y es mi cara.
¿Es
noticia el amor, la locura,
la
muerte próxima venidera?
la más
cercana y menos egoísta,
puro
acto del pan y la carne.
Entonces
volví al jardín
y soñé
que me amabas más de lo necesario,
más de
lo que mis solapas podían aguantar;
eras
ese aroma celeste en la tarde
o la
calma en la tormenta, ni antes ni después.
Me fui
del jardín,
me perdí,
quizás me dormí,
mirando
la flor lila de un clavel del aire,
y soñé
que despertábamos más libres,
entre
las mantas, húmedos,
y nos
reíamos de las caras de ayer.
Conrado
Yasenza
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Los Poemas Que No Encuentran Editor/Beware of darkness/Cuidado con la oscuridad
Beware of darkness/Cuidado con la oscuridad
Entregarme al vino
como quien se entrega al tenaz sello de la sangre,
a la horizontal soledad del fumadero de opio más antiguo,
el inhallable.
Tal es mi condición de insegura savia,
tal es la señal más visible
de mi condición.
Un gesto impropio será la caricia
Entregarme al vino
como quien se entrega al tenaz sello de la sangre,
a la horizontal soledad del fumadero de opio más antiguo,
el inhallable.
Tal es mi condición de insegura savia,
tal es la señal más visible
de mi condición.
Un gesto impropio será la caricia
que enturbie el día más allá de nuestros cuerpos:
anotaciones que respiran
o exhalan el resuello del dardo sin centro.
Es mi condición un capricho más del ocio
si la palabra es la noche
y su signo
la firmeza de una ciudad vuelta arena
sin disposición de mundo.
La noche
una ciudad en sí misma,
el espacio estéril del concepto,
la ansiada gema de la muerte
en busca de su faro.
La noche o mi condición,
el espejo de marcos olvidados,
el misterio sin pie ni talón,
el corazón descalzo y sucio
junto a la sangre y el vacío convidado.
Conrado Yasenza
anotaciones que respiran
o exhalan el resuello del dardo sin centro.
Es mi condición un capricho más del ocio
si la palabra es la noche
y su signo
la firmeza de una ciudad vuelta arena
sin disposición de mundo.
La noche
una ciudad en sí misma,
el espacio estéril del concepto,
la ansiada gema de la muerte
en busca de su faro.
La noche o mi condición,
el espejo de marcos olvidados,
el misterio sin pie ni talón,
el corazón descalzo y sucio
junto a la sangre y el vacío convidado.
Conrado Yasenza
Los Poemas Que No Encuentran Editor/EL CIELO
EL CIELO
Qué se
yo del cielo.
El
desierto de ciertas melodías
inolvidables
como una magnolia apenas vista en la noche,
el
lugar donde el momento y su vigilia
es la exacta medida del tiempo:
ese
absoluto lleno de curiosidad.
Conrado
Yasenza
lunes, 5 de noviembre de 2012
Los Poemas Que No Encuentran Editor/Astillas
Astillas
En el hogar hemos sepultado
nuestras primeras adivinanzas.
Ahora sucede que la lluvia
golpea el techo por afuera
desde arriba y suave,
apenas algún chasquido hecho gota,
apenas un cuarto empapelado
como decir tierra con flores al natural
o apenas la lluvia sin tormenta.
Sucede que la sangre se enfría
hacia el borde de la cama,
la lluvia huye luego de sus nudillos
y el misterio yace astillado.
Sucede que apenas son nuestros los rumores
y la casa es demasiado amplia
y se chocan pero se distraen,
decretan el clamor
para que comience la noche
envuelta en la lluvia,
apenas el vientre de nuestro techo
que prepara sus navajas.-
Conrado Yasenza
Los Poemas Que No encuentran Editor/1999
Diciembre 1999
Solsticio
circular y mágico,
mi
sangre se posó entre tus estrías de jabón blanco
y lavó
las camisas y las uñas sobre la tierra,
dio
calor a los fondos sin moderación alguna,
dejó
caer un ángel a sus ciento treinta años de edad
justo
cuando la luna hinchaba su pulpa
y
cortejaba camelias florecidas por la noche,
¡que
lindo revuelo armaste!
La luna
enorme y cumpliendo años,
el sol
convertido en prestidigitador
con
ascendente en capricornio,
las
gentes sumergidas en la excitación
de un
malentendido sospechoso,
el
ángel estrellado y joven aun
quejándose
por esa luna parturienta,
por su
caída prematura,
por su
silencio de recién venido.
¡Qué
gran lío solsticio sin astrólogo!
Ahora
las uñas reclaman manicura a toda hora,
las
camisas se revelan si no les dan su dosis de almidón,
la templanza
saca a relucir su título nobiliario
y se
nombra cardenal in pectore,
los
hombres son apenas una pluma de ganzo,
y el
ángel estrellado se desentiende del vino
porque
exige su regalo de cumpleaños:
una
regadera de champaña.
Conrao
Yasenza
viernes, 2 de noviembre de 2012
Los Poemas Que No encuentran Editor/La costurera, el tablero y el conejo
La costurera, el tablero y el conejo
Hay una certeza que no desea ser recorrida
y el tablero es de muy mala calidad,
ya no hay disfraz que lo oculte
ni mapas para orientarse al sol;
la capa se ha roto y se fue la costurera, buscando conejos,
la costurera y el juego,
ella no sabe coser pero busca en su galera ciertos hallazgos
que percibe
negros, terrenales,
que intuye destemplados,
y salta sobre su pierna menos hábil;
no se la pidan, no la tiene.
Ella espía por la cerradura mientras acaricia
los trastos, los
modos, que se vuelven un tiempo umbrío,
a veces cruel, a veces tierno, a veces ni eso,
indiferente...
y la vanidad es una serpiente que espera debajo de aquella
piedra
que no deseo pisar,
eso es una certeza;
le temo a ella, a la piedra,
que es cómplice y anida bajo la esperanza;
lo dijo varias veces:
no es pequeña, juega porque quiere;
juega con una intensidad arrolladora,
porque ya percibió las cicatrices, todas peleas perdidas.
La costurera me dibuja desde los días que pasan
entre tableros de reinas perdidas y conejos que saltan
olímpicamente,
días sólo parecidos a esta noche que nos refleja
como niños ofrecidos al mundo.
Conrado Yasenza
martes, 30 de octubre de 2012
Los Poemas Que No Encuentran Editor/La Palabra
LA PALABRA
He
renunciado a ser plomero
gasista
mecánico
médico
odontólogo;
casi he
sepultado mis vicios de músico,
mis
incursiones por la canción difícil;
he
desechado algunas otras opciones
como la
abogacía propensa al desamparo,
la
empresa grande chica o mediana
- soy
incapaz de ella -
el
mercantilismo ante todo;
le he
dicho adiós a la noble madera
-
quizás por falta de empeño -
he
conversado largas horas con el pincel y el lienzo
hasta
aburrirnos ambos,
y he
suspendido el latido del viajero
hasta
llegar al sitio donde me encuentro:
en la
casa primera,
la
palabra
esa
amante sin rumbo.
Conrado Yasenza
Los Poemas Que No Encuentran Editor/Sudestada
Sudestada
Es el
tercer día de sudestada.
Sueño
con un profundo y cálido
té de
amapolas;
la
carne cruje
y la
venganza del alma es una daga precisa.
Ingiero
el calmante necesario
tres
veces al día,
y el
tres es un número insano,
es como
esta torva sudestada
un
feudo de recelos
una
reyerta gitana
un mal
ejemplo para el jardín
de las
virtudes pares.-
Conrado Yasenza
lunes, 29 de octubre de 2012
Los Poemas Que No Encuentran Editor/ La cuerda y la señora
La cuerda y la señora
Cómo puede hacerse hastío la luna
cómo se puede leer una cuerda
sin haber nacido en un jardín o una calle
sin saber por qué el miedo es tan natural
tan absolutamente nuestro
porque este espejo es un muro o un abismo,
según el día,
y es mío,
a pesar de las guerras del petróleo
los asesinatos de fotógrafos inermes
la brutal estupidez de la gente
mendigando por ahí algún concierto fugaz,
digo a pesar
de todo lo que camina y no se entrega
de los ritos absurdos como juntar tres
dedos
por las dudas
por si alguien
junto a una casa que se ahoga en su arrogancia
llena de tigres o águilas de lata,
una casa que no cesa de tallar su hipocresía,
que es cada vez más mentirosa
como la esperanza de esa señora gorda
que todos los días me dice
que anda bien
sólo mientras trata de leer mi cuerda
hecha a veces espejo
a veces vacío
Conrado Yasenza
sábado, 27 de octubre de 2012
Otoño sobre la mesa
Otoño sobre la mesa
Tus pechos o el color
de aquellos hijos extranjeros
universales de belleza
frescos
dulces como la risa
de las manos que no tengo
o que no tuve
en días de medida
de metrajes,
intenciones o manchas que no borran
y que busco
más que en la espera
sobre la ausencia de estar solo
breve
de estar
entre tu nombre o la Nación
la cristalería de esos besos
que estallan detrás de cortinas tibias
en el crepúsculo de Abril
hacia el Otoño
aturdido,
tribunas de humedad.
Conrado Yasenza
(del libro Sudejo o libro del colibrí, Ediciones Nubla, 1994)
Tus pechos o el color
de aquellos hijos extranjeros
universales de belleza
frescos
dulces como la risa
de las manos que no tengo
o que no tuve
en días de medida
de metrajes,
intenciones o manchas que no borran
y que busco
más que en la espera
sobre la ausencia de estar solo
breve
de estar
entre tu nombre o la Nación
la cristalería de esos besos
que estallan detrás de cortinas tibias
en el crepúsculo de Abril
hacia el Otoño
aturdido,
tribunas de humedad.
Conrado Yasenza
(del libro Sudejo o libro del colibrí, Ediciones Nubla, 1994)
jueves, 25 de octubre de 2012
Los Poemas Que No Encuentran Editor/Estar
Estar
Estar así
ser un repuestero de armaduras
tener por vocación
las monedas y los bolsos
- pobres, ¡ que cansados los bolsos! -
Traducirme en explicaciones
como ganado al cansancio
hasta el desgaste traumático
y ahí
sólo
siempre sólo
siempre lejos
cercano a las inmediaciones
produciendo
- me decís -
las meadas o los límites inútiles
cuando yo
no puedo retenerme en el derrumbe
cuando hasta las salidas
están obstruidas por próstatas malolientes
o marcapasos reidores.
No entiendo
no decido por inepto
no escucho por falta de orejas
y no
por un interés de timbres auspiciosos
No decido
ni soy peligroso en la quietud de mis labios
porque
antes de la torpeza
me derramás en intromisiones y regresos.
Conrado Yasenza 10/95 - 9/98.-
viernes, 19 de octubre de 2012
Los Poemas Que No Encuentran Editor/Grado Cero
Grado cero
Antes hay verdad en el acto.
Antes hay furia en la agonía.
Antes la vergüenza es ácida
escarcha.
Antes el tuerto se ríe del
ciego
y el degollado del muerto.
Después, no sé.
Un llamado telefónico parecido
al perchero que Napoleón
alguna vez usó
cuando pudo estirar la mano.
Conrado Yasenza
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