Horas
Ahora estarás durmiendo
y por las cicatrices del día
la ausencia besa la humedad de
tu piel,
la sangre imita a la sangre
sin descubrirse
cuando las intenciones brotan
marchitas
y el olvido se instala
despacio
hasta confundirse con el
perfume lento del sándalo ardiente.
Ahora seguirás durmiendo
mientras otra forma del
silencio pide la palabra
busca su lenguaje en el
aullido de un perro
que le canta a la muerte
para distraerla de nuestros
cuerpos
inermes en la lejanía del
sueño.
Sobre el desánimo en que se
posa este sueño
tratan de hablarnos el perro
que muere
y el sándalo que acaba de
consumirse en su arder;
hay abismos más allá del
abismo
más allá de nuestros cuerpos
mudos
de nuestras risas que van
cambiando de piel;
hay un deambular insomne por
el poema que se ahoga
por la sangre que anochece
por la quietud que le dicta
sus razones al suicida
y lo distancia de la falsa
modestia;
hay ganas de hacer la vida
de ganársela para poder
despertarte
y aullarle juntos a esta
fiebre
a este barro inevitable.
Conrado Yasenza
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