martes, 5 de diciembre de 2006

Ilustración: Marcel Duchamp


Los Poemas Que No Encuentran Editor



La casa

Por entonces era ya la lluvia
un precoz anuncio del abismo
la antigüedad de su cielo gritaba
como un aroma melancólico
abrazado al calor y al peligro,
era la garganta jamás atorada
la onza pesada y húmeda
insinuándose amenaza o bendición
bajo la marea de los juegos inextinguibles
condenados al descanso.
En ese lívido mar
sí que amanecían el alma
el tiempo de los miedos inenarrables
las mejores desdichas del pasado
las cocinas abiertas a los amores;
eran así
todas las noches el mundo
contra la ventana construida hacia el fondo de la pieza
donde el verano fue nuestro único pergamino
iluminado desde la fiereza y su palidez;
era así la casa
una empecinada manera de reflejar
el fulgor de la fiesta aún dormida
aún muda.

cy.


Fragmento de la sed

El mundo duele a veces
como la boca crispada de una orquídea
boca amarga o silenciosa en sus paseos
admirable por la desnudez de sus pies sinuosos
por sus camarines de almendras melladas
y sus sombras construidas sobre otras
distintas como lápices frescos
sólo parecidos a un fragmento de la sed
saliva con que el cuerpo lava los testigos
de su origen vuelto arcilla,
lados tercos y rasgados por pasiones al fin descubiertas
mancillados en la rutinaria liviandad de su harina
tal vez ofendidos por la soberbia de ciertas brisas
emprendidas como marchas hacia la vulgaridad
del polvo o del aire
y su memoria de huesos
con aroma a palabras de mundo libre
y miserable
como un dolor sin belleza.

cy

Claridad

Morir de nada
morir azul verde
blanco como el día que nace;
morir en silencio
para volver del silencio
convertido en lluvia
la lluvia de la angustia o la pasión
que lastima cuando el día nace
desde su irredenta luminosidad.
Nazco y soy ausencia,
preparo la claridad
para los movimientos de la noche
mi noche dócil y violenta,
noche que sueña el sueño
que te asusta,
el sueño del susto y el ocio
el sueño que me inventa
imagina
persigue
pregunta sobre el día que nace oscuro
y muere claro
casi blanco
y en silencio.

Conrado Yasenza

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